Camina por aquí

por Aaron Abramson, director ejecutivo y CEO | 01 de agosto de 2024

¿Te has dado cuenta de que la Biblia tiene mucho que decir acerca de caminar? Las escrituras constantemente contrastan las maneras en que deberíamos o no deberíamos “caminar” mientras navegamos nuestros ministerios y vidas diarias.

Como misioneros, siempre tenemos muchas buenas obras que hacer, y es fácil apresurarse de una cosa a otra tratando de hacer tanto como sea posible. Pero a Dios no le impresiona lo ocupados que estamos. Por supuesto, a Dios le importa lo que hacemos, pero para él es igualmente importante como lo hacemos. A Dios le importa nuestro carácter. Estoy seguro de que has escuchado historias de líderes cristianos que estaban ocupados construyendo ministerios y haciendo cosas increíbles para Dios, pero detrás de escena, sus vidas estaban en ruinas.

Todos necesitamos recordatorios de cómo caminar de una manera que sea digna de nuestro llamado. Recientemente, compartí un devocional en Efesios con nuestro personal de Judíos para Jesús. Espero que te anime a orar por nuestro caminar con el Señor, y tal vez también encuentres una palabra oportuna para tu propio caminar.

En Efesios 2, Pablo habla sobre no caminar como el mundo camina, como lo hacíamos antes de nacer a la nueva vida que tenemos en Jesús. En el capítulo 4, habla sobre no caminar como aquellos entregados a la sensualidad y la avaricia, refiriéndose a los paganos de ese tiempo. De manera similar, en el capítulo 5, Pablo advierte contra caminar en tinieblas, lo cual incluye inmoralidad sexual, codicia, conversaciones groseras y otros comportamientos similares. Es importante que recordemos cómo no caminar.

Pero el enfoque principal de este devocional es cómo caminar, y se basa en Efesios 5:15-17: “Mirad, pues, con diligencia [también se puede traducir: ‘con cuidado’] como, andéis, no como necios, sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.” Entonces, ¿qué podemos tomar de este pasaje?

Camina con cuidado

Cuando yo era niño creciendo en Seattle cada primavera, unas ortigas invadían un camino que atravesaba nuestro patio. Donde pisábamos importaba y si no teníamos cuidado, recibíamos una dolorosa sorpresa. Así que teníamos que dejar de hacer lo que estábamos haciendo para lidiar con el dolor y los efectos tóxicos de las ortigas. Ese recuerdo viene a mi mente cuando pienso en caminar cuidadosamente.

La palabra griega que se traduce como “con diligencia” o “cuidadosamente” es akribós, que enfatiza la exactitud. Esa diligencia —esa intencionalidad exacta sobre nuestro camino— debería ser nuestra realidad diaria de vida y ministerio. Debemos estar alerta para evitar cualquier cosa que pueda impedirnos caminar en las buenas obras que Dios ha preparado para nosotros (ver Efesios 2:10). ¿En qué buenas obras debemos caminar? Las escrituras hebreas hablan de caminar en los estatutos de Dios (Levítico 26:3-4). Yeshúa (Jesús en hebreo) resumió esos estatutos en dos mandamientos: amar a Dios con todo nuestro corazón y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Si queremos tener la alegría de agradar a Dios, debemos tener cuidado no solo de hacer Su obra, sino de hacerlo por amor.

Camina con sabiduría

Pablo también nos dice que caminemos sabiamente, no como necios. La palabra griega que se usa aquí es Sophos —sabiduría— que se aprende y se enseña. La sabiduría nos hace que seamos enseñables y abiertos a la corrección.

En proverbios vemos el contraste de los sabios con los necios. Los necios no aprenden, son sabios en su propia opinión, y están engañados. ¿Por qué? Porque no creen tener nada que aprender y rechazan corrección. Vagan por lugares equivocados y finalmente son atraídos por la insensatez hacia la destrucción.

Jesús ejemplificó a la sabiduría por nosotros. El enemigo lo tentó a caminar por un sendero absurdo. Satanás trató de engañarlo para que no confiara ni obedeciera al Padre, pero Jesús reconoció y resistió la tentación citando las escrituras. Eso fue sabiduría. Sigamos su ejemplo y estemos también nosotros anclados en la palabra de Dios, la cual es un árbol de vida que trae paz a quienes la guardan. Como ministros del Evangelio, usualmente estamos tan ansiosos por compartir la palabra de Dios con los no creyentes que descuidamos la búsqueda de la sabiduría. Pero recordemos que la sabiduría crece cuando es reforzada por aquellos que están cerca de nosotros. Tómate el tiempo para estudiar las escrituras con los creyentes en tu vida.

Camina con urgencia

Hace años, estaba comprando un almuerzo de un vendedor ambulante en Brooklyn cuando noté a un niño pequeño a solo un paso o dos delante de su madre, quien estaba hablando con su amiga. En un abrir y cerrar de ojos, el niño salió corriendo directamente hacia el tráfico donde los autos pasaban a toda velocidad. Alguien gritó: “¡Tu hijo!” La mujer gritó a todo pulmón y corrió hacia su hijo. Lo agarró justo a tiempo mientras los autos chillaban hasta detenerse. Entre lágrimas y sollozos se arrodilló en medio de la calle, abrazando a su hijo. Fue una imagen de urgencia que nunca olvidaré.

Debemos experimentar ese mismo sentido de urgencia cuando Pablo nos dice que redimamos el tiempo porque los días son malos (Efesios 5:15-16). Redimir el tiempo significa literalmente comprarlo de nuevo, pero comúnmente lo entendemos cómo hacer el mejor uso del tiempo posible. Esto no necesariamente transmite el mismo sentido de urgencia hasta que vemos la razón: porque los días son malos. El término griego para el mal, poneros, transmite un deseo maligno de causar daño. Esta dinámica espiritual del mal es omnipresente y representa una amenaza poderosa. Hemos visto el mal exhibiéndose abiertamente en todo el mundo, y eso debería impulsarnos a actuar con urgencia, tal como lo hizo Jesús.

Mateo 9:36 describe la compasión que Jesús sentía por las multitudes acosadas e indefensas, comparándolas con ovejas vulnerables sin pastor. Eso no ha cambiado. Al igual que el niño que no tenía idea de las consecuencias de correr hacia el tráfico, la mayoría del pueblo judío no tiene idea de que, sin Jesús, están corriendo hacia el máximo peligro: una eternidad apartados de toda la bondad y gracia que hacen que la vida valga la pena. La gracia salvadora del Mesías es la única esperanza para cualquiera, judío o gentil, en estos días malos.

A menudo hablamos de este sentido de urgencia, como la pasión por los perdidos. Es natural que haya días en los que algunos de nosotros tal vez no lo sintamos; pero caminamos por fe, no por sentimientos. Es bueno saber qué amigos como tú están con nosotros. Nos alentaría mucho si hicieras una oración por nosotros, para que caminemos con cuidado, con sabiduría y con urgencia mientras perseguimos el plan de salvación de Dios para el pueblo judío. Mantengamos el evangelio vibrante en nuestros corazones y animémonos unos a otros a aprovechar al máximo el tiempo que nos queda para alcanzar a la gente para Jesús.

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